Escrito por Jorge Boscan

27 de marzo de 2021

Santiago 4:11-17

                Nuevamente, Santiago vuelva a tomar el tema del uso incorrecto de la lengua, que ha reclamado una y otra vez en la Epístola. A ningún otro tema le ha dedicado tanto tiempo y espacio. Por lo tanto, debemos asumir que a quienes les escribió tenían tendencia particular a este pecado y por tanto, la necesidad de instrucciones especiales y amonestación a los mismos. Sin embargo, suma el pecado del juzgar al hermano, poniéndose como juez haciendo por murmuraciones en su contra. Además, seguir viviendo una vida vanidosa y no obrar en buenas obras conociendo la voluntad de Dios es contado como pecado.

                Todo el discurso de la Epístola de Santiago, no lo podemos ver solo en enseñanzas doctrinales y conocimientos en la vida cristiana. El vivir de cada creyente debe ir a la madurez de espíritu, mente y alma. Debe ir de la teología a la práctica, de la fe a la  acción entre hermanos. Por eso, Santiago nos invita a vivir una vida de prudencia: prudencia cuando hablamos, prudencia cuando planificamos el futuro y prudencia cuando obramos en la vida.

  La prudencia cuando hablamos (4:11-12)

                Cuando hablamos de prudencia es prever, capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades, efectos consecuencias, ver con anticipación. Es por eso, que las murmuraciones  en la congregación hacen daño y son  irreversibles  atentando  contra  la salud de la iglesia. “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros”. (Verso 11ª). Porque no hay prudencia al hablar. El difamar o calumniar es pecado, esto demuestra la falta de amor, el orgullo y la soberbia que hay dentro de nosotros cuando el pecado domina nuestra vida.

Llegamos al caso que la falta de amor los unos con los otros nos mueve a expresar juicios adversos concerniente a otros. A tal punto de especialmente excusar a aquellos que apreciamos y amamos; perdonar sus debilidades; y criticar, condenar a los que no apreciamos. “El que murmura al hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley, pero si juzga a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez”. (Verso 11b)

                “Las palabras del chismoso son como bocados suaves,  Y penetran hasta las entraña”. Prov. 18:8 RV60.

                “No andarás chismeando entre tu pueblo… (Lev.19:18)”

                El que murmura del hermano… murmura de la ley. El que así obra no sólo viola el mandato que prohíbe hablar mal contra un hermano, tal persona también habla contra la ley, y juzga a la ley. Esto hace uno, al ignorar ese precepto de la ley que nos anima a amarnos unos a los otros. (Amarás a tu prójimo como a ti mismo) Lev. 19:18.

La prudencia cuando planificamos el futuro  (4:13-14)

                Santiago no condena la planificación sabia y prudente sino la planificación que hacemos cuando dejamos fuera a Dios. En la confianza presumida al futuro en donde no hay un reconocimiento de la providencia y la bendición de Dios. La arrogancia e imprudencia cuando nos creemos autosuficiente para administrar los bienes  que poseemos.  Seguimos corriendo detrás de la sabiduría del mundo terrenal.

                ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos;cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. (4:13)RV60

                El hombre piensa que la vida  es algo simple, como  muchos  creen vivirla hoy en día. La vida va más allá del planificar hoy y mañana. Es saber que vivimos en un mundo donde reina el pecado: egoísmo, codicia, egocentrismo. A pesar de eso, algunas personas imaginan neciamente el control de su vida. Lamentablemente, tales personas pasan por alto no solo la existencia de Dios, sino también sus beneficios.

                “No te jactes del día de mañana, porque no sabes lo que el día traerá” Prov. 27:1

En los tiempos que estamos viviendo, en este siglo, recordemos lo que David escribió:

                “Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a    Jehová tu camino, y confia en él; y él hará”. (Sal 37:3-5)

La prudencia cuando obramos (4:15-17)

                En contraste del verso 15,  Santiago hace referencia, cuál debería ser la intención del hombre en su boca: En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.”Hay que entender que es la soberana voluntad de Dios que actúa en toda persona sea o no sea cristiana.

                 «El hombre propone y Dios dispone», y que todo lo que propongamos depende de su voluntad. Por lo tanto, nuestros planes deberían siempre ser hechos con la provisión de que «Si el Señor quiere». Esto no quiere decir que tales palabras deberán siempre estar en nuestros labios y que deberemos decirlas cada vez que formulemos o expresemos nuestros planes. No es una fórmula, sino una actitud de corazón que Santiago manda; y que debe de caracterizarnos si hemos de tener una actitud correcta hacia Dios. Pablo lo expreso así:

                “Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos” (1 Co. 4:19) RV60.

Si reconocemos el carácter transitorio y pasajero de la vida, obramos prudentemente, y conocemos  que toda jactancia es mala. Santiago dice: “Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.” Esta expresión implica que los pecados por omisión conducen de manera inevitable a los pecados de comisión.

Conclusión

Vivir en prudencia es tener sabiduría pura y de lo alto. Demostrando la transformación en cada área de nuestra vida. Sabiendo que debemos tener prudencia en cuando hablamos, cuando planificamos el futuro y cuando obramos entre hermanos. Reconociendo que la voluntad de Dios no es, sino otra prueba de una fe viva y verdadera en el Señor Jesucristo.

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