Leer Santiago 4:1-10
En el capítulo anterior, Santiago hace la ilustración de las clases de sabidurías: Una es no espiritual, que procede del mundo, de la carne y del diablo (3:15), se caracteriza por su egocentrismo (3:14,16). La sabiduría espiritual, sin embargo, que viene de Dios, es por encima de todo pura, verso 17 y además llena de agraciados rasgos como la humildad, el carácter pacificador, la compasión, la sinceridad y otros semejantes, todos los cuales llevan a buenas obras que caracterizan al nacido de nuevo.
Sin embargo, un rasgo que identifica a los verdaderos redimidos es mostrar con sus acciones cuánta sabiduría e inteligencia poseen, apartarse de las prácticas que no agradan a Dios. La clave de una verdadera fe salvadora es la actitud hacia el mundo. Santiago, presentó este asunto en el primer capítulo, diciendo:
Santiago 1:27 RV60
“La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”
A continuación, Santiago, después de su discusión sobre “el fruto de la justicia que siembra la paz para aquellos que hacen la paz”, en los últimos versículos del tercer capítulo, se enfoca en que la verdad del pasaje es: La amistad del mundo, es enemistad contra Dios (4:1-10). La genuina vida espiritual y vida cristiana fiel involucra separación del mundo y todas sus innumerables contaminaciones (3:17-18). Por tanto, la amistad continua y habitual con el mundo, tiene como fundamento la sabiduría terrenal, no espiritual y es prueba de incredulidad. De la misma forma, tal amistad con el mundo y el creyente implica: 1) conflictos y guerras con otros (4:1-3): Conflictos con Dios (4:4-6) y humillación y exaltación a Dios (4:7-10).
Conflictos y guerras con otros (4:1-3)
El mundo vive en constantes conflictos y guerras. Hemos tenido dos grandes guerras mundiales que han dejado en el pasado imborrables marcas en la historia de la humanidad. Los seres humanos quieren dominar al otro y humillarlo. Santiago recuerda que tales males provienen del egocentrismo de cada persona y de una sabiduría no espiritual y diabólica, lo cual facilita la violencia y los enfrentamientos entre ellos. Luego, pregunta: ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? Aunque las guerras y los pleitos son expresiones metafóricas para referirse a las relaciones personales violentas, y que al extremo llevan al asesinato. El conflicto fue un problema frecuente en la iglesia primitiva y también lo es ahora en muchas iglesias. (1 Co.3:1-3; 2 Co 12:20)
¿Cuál es el motivo de los pleitos y contiendas?, Santiago responde:
¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia y nada podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, pero no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
Santiago 4:2 RV95
Sin duda alguna, las características de las guerras y peleas son los deseos incontrolados (pasiones), deseos incumplidos (codicia y envidia) y deseos egoístas (no tienen lo que desean y piden y no reciben). Estos deleites son los que provocan conflictos internos y no son aprobados por Dios. Además de que las peticiones u oraciones no son respondidas.
Conflictos con Dios (4:4-6)
Después que Santiago afirma que el origen de las luchas internas está en los deseos o pasiones, que combaten en los miembros del cuerpo o la carne. Pasa a señalar el conflicto con Dios. Hay tres características: enemistad con Dios, ignorar la Palabra y la soberbia.
En primer lugar, la expresión ¡Oh almas adúlteras! Significa que el adulterio es la violación del pacto matrimonial al ser infiel al cónyuge. Esto quiere decir, que hablar de la infidelidad, no está hablando de infidelidad sexual, sino de infidelidad espiritual, tal como la encontramos en el Antiguo Testamento (Jer. 3:8; cp. 2 Cr. 21:11, 13; Sal. 73:27). De tal manera, que todo aquel que se hace amigo del mundo es enemistad contra Dios y cae en infidelidad.
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
1 Juan 2:15-17
En segundo lugar, el ignorar la Palabra o las Escrituras, “¿No saben que ustedes son prueba viva de la veracidad de la Biblia, que enseña con toda claridad que el hombre natural tiene un espíritu de envidia?” o “el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1 Co. 2:14). Los incrédulos que están en permanente conflicto espiritual con Dios, reflejan la enemistad con Él al no confiar en su Palabra.
Y, en último lugar, Dios en Su benevolencia y Su soberana voluntad, “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” En otras palabras, si una persona está llena de los deseos, ambiciones, orgullo y amor del mundo, no puede pretender esta mayor gracia.
Humillación y Exaltación a Dios. (4:7-10)
La manera en que todos los creyentes deberíamos enfrentar los conflictos en el mundo y dentro de la congregación es en nuestra humillación y en exaltación a Dios. Es significante que encontramos 10 imperativos dentro del pasaje que amerita un sentido de urgencia.
Santiago sencillamente enumera los elementos de lo que Dios pide de los hombres en respuesta a su soberano llamado de gracia. La provisión divina del Señor exige una respuesta del hombre. Santiago exige de los creyentes, en respuesta al llamamiento divino, sumisión, resistencia, comunión, limpieza, purificación, aflicción, lamento, lágrimas, seriedad y humildad.
Dios siempre ha exaltado a los que son espiritualmente humildes. El Señor dio testimonio a Salomón:
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”
2 Cr. 7:14
Conclusión
La amistad con el mundo es opuesta a la amistad con Dios, no podemos servir a dos señores, pues menospreciaremos a uno y amaremos a otro. Nuestra conciencia debe apelar a un sentido de reflexión y discernimiento espiritual y vencer los conflictos y las peleas entre nosotros. Esto solo lo lograremos en la humillación y exaltación a Dios.
Por Ps. Jesus Idrogo