Escrito por Jorge Boscan

31 de julio de 2021

Hace algún tiempo le hacía una encuesta a un grupo de personas, donde hacía sólo una pregunta: ¿A qué le tienes miedo? Algunos pocos me respondieron tenerle miedo a ciertas especies de animales, otros a lugares cerrados y oscuros. Sin embargo, la respuesta que predominó en mi encuesta fue el «miedo a la muerte». Para la mayoría de las personas el tema de la muerte es un asunto del cual no quieren hablar. Por tal razón, es mi tarea llamar tu atención en este tema que la mayoría prefieren evitar, al mismo tiempo tratar de ayudarte y llevarte a buscar una solución al problema que la mayoría de las personas ignora tener. Me refiero a la certeza de la muerte y el juicio al que todos compareceremos algún día en la presencia de Dios.

El norteamericano Benjamin Franklin, en una de sus frases célebres dijo: “En este mundo solo hay dos cosas seguras en la vida: la muerte y pagar impuestos». Sin embargo, nosotros hoy día sabemos que hay forma de evadir los impuestos, pero hasta el día de hoy no se ha encontrado forma de evadir la muerte. Hace algunos años, salió la noticia de un grupo de médicos que estaban estudiando una condición médica particular, para reducir la tasa de mortalidad, pero esa noticia estaba mal planteada porque nadie puede reducir la tasa de mortalidad, siempre ha sido y será de un 100%, porque todo el que nace se va a morir. Usted y yo algún día moriremos, nosotros podemos tratar de evitar el tema, pero de ninguna manera podemos evitar la muerte.

El rey Salomón, unos de los hombres más sabios de la historia inspirado por Dios, nos dejó plasmado en el libro de Eclesiastés, asuntos sobre este tema tan inquietante y desagradable, para meditar y pensar en ellos con condura.

La vida debajo del sol

Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?

Eclesiastés 1:2-3

Salomón, comienza el libro de Eclesiastés, abordando unas de la interrogantes e inquietudes que más ha preocupado al hombre a través de la historia y es esta:

¿Hay algún propósito y significado para la existencia humana, en un mundo en el que tenemos que enfrentar tantas dificultades, enfermedades, injusticia, e incertidumbre y luego de todo esto morir?

Si pensamos por un momento y hacemos un panorama del entorno en el que vivimos, nos daremos cuenta que todos tenemos algo, en lo que se trabaja, estudia, se involucra y dedica su tiempo, cosas a las que le da importancia y mucho valor. Hace unos días conversando con mi esposa, sobre este tema y pensando en la situación actual del mundo, llegamos a la conclusión: «De qué sirven nuestros logros, de qué sirven nuestros bienes, de qué sirve comportarse de cierta manera, de qué sirve ahorrar tanto dinero, si al final de cuenta todos vamos a morir, no importa como hayamos vivido».

La respuesta de Salomón a esta interrogante es: Si nos limitamos a contemplar la vida considerando únicamente lo que ocurre debajo del sol o en función del tiempo presente, no tenemos otra alternativa que llegar a la conclusión de que esta vida es una tragedia. Alguien dijo: «Si no hay nada más allá después de pasar por el umbral de la muerte, esta vida no tiene sentido». En palabras de Salomón esta vida es: «Vanidad de vanidades» esta palabra significa: inutilidad, vapor, niebla, un correr tras del viento. En otras versiones esta expresión se traduce: «lo más absurdo de lo absurdo» ó «Frustración de frustraciones ¡Todo es frustración!» Esto es nuestra vida, si todo lo que tenemos fuera esta vida.

Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.


Eclesiastés 1:14

Debo confesar, que vivir en este mundo tiene sus encantos, y de seguro usted estará de acuerdo conmigo. Pero la realidad es que al final de cuenta todos nos vamos a morir.

La muerte es como un fantasma, una sombra que nos sigue a lo largo de nuestra existencia desde el mismo momento en que nacemos. No importa lo saludable que estemos, no importa la etapa de la vida; si eres niño o anciano, si eres una persona decente o evidentemente inmoral.

Por esto, Salomón dice:

Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento.

Eclesiastés 9:2

Lo cierto es, que todos nos podemos morir en cualquier momento, nadie está seguro que amanecerá vivo mañana.

La experiencia deL REY Salomón

a. El conocimiento no resuelve el problema.

¿Cómo podemos vivir tomando en cuenta la realidad de la muerte? Quizás Salomón, se preguntó esto en un momento de su vida y se planteó esta disyuntiva. Pensó que una buena forma de emplear su tiempo era adquiriendo conocimiento, como ya sabemos, Salomón ha pasado a la historia como uno de los hombres más sabios de la antigüedad, pero la búsqueda de conocimiento, no aquietó la angustia de su corazón. Después de un tiempo investigando, llenando su mente de conocimiento e información, llegó a la conclusión que esto también es vanidad y aflicción de espíritu.

Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.

Eclesiastés 1:15

b. El placer y el deleite tienes sus consecuencias.

En una reunión familiar conversaba con un primo, hablándole acerca de mi fe y de la esperanza que tenemos en el Señor. Donde al instante él me refutó diciendo:

«Primo, yo todavía estoy muy joven para ser cristiano, por esto yo no me complicó la vida; mi filosofía es: «Goza todo lo que puedas, con quien puedas y como puedas, al final la vida es una sola y hay que disfrutarla».

Tristemente muchos piensan como mi primo, lo que me lleva a considerar nuevamente la vida de Salomón, siendo rey sobre Jerusalén, este hombre era supremamente rico y con muchas oportunidades de obtener todo lo que quisiera.

No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.

Eclesiastés 2:10

Este hombre se dedicó a vivir para el deleite, pero esa vida tampoco satisface. Porque el placer, el entretenimiento y la alegría de hoy, no te sirven para la tristeza y consecuencia del mañana. Así que, por más que el ser humano disfrute, la realidad de la muerte le sigue persiguiendo como una sombra. Puede ser que los placeres de esta vida, lo lleven a olvidar momentáneamente el hecho de que se va a morir, pero no alejarán ni un segundo la realidad de la muerte. Ahora, lo que si puede hacer la diversión y el entretenimiento es mantenernos distraídos hasta que sea demasiado tarde.

Por esto, Salomón nos dice:

Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón. Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón. El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría.

Eclesiastés 7:2-4

Un ejemplo doloroso

En Lucas doce, nuestro Señor Jesucristo, narra una parábola sobre un hombre que era próspero, exitoso en sus negocios, este hombre era un Jeff Bezos en nuestros días, ya que su fortuna era tan grande que podía gastar y gastar, y la fortuna que tenía no se le iba a acabar nunca. Relata Jesús, que este hombre pensaba dentro de sí lo siguiente:

¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?

Lucas 12:17-20

Este personaje estaba en su mejor momento económicamente, con el ego y orgullo por las nubes, pero lo que más me llama la atención de esta parábola, es que esa misma noche el Señor tocó su puerta y le dijo: Necio, vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?

Es muy humillante que alguien nos tenga por necio, pero cuando esa palabra sale de la boca de Dios, el asunto es más serio todavía. Lo que el Señor, nos quiere mostrar en esta parábola es que para Dios, no hay mayor necedad que llegar al momento de encontrarse con Él, sin estar preparado. Por esto Cristo, para ejemplo a nosotros termina la parábola diciendo:

Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.

Lucas 12:21

Una enseñanza QUE NO DEBEMOS PASAR POR ALTO

Cualquiera que lee el libro de Eclesiastés, puede llegar a la conclusión que fue escrito por un filósofo fatalista, y no por un hombre inspirado por Dios. No obstante, su propósito principal no es llevarnos a tener una perspectiva pesimista de la vida. Por el contrario, es interesante ver como en el libro de Eclesiastés, repite muchas veces que nosotros debemos aprender a disfrutar de los deleites legítimos que Dios nos ha provisto. Dios quiere que disfrutemos de la vida, pero siempre recordando, que las cosas que hacemos ahora van a repercutir en la eternidad. El mismo que dice «vanidad de vanidades» también nos dice:

No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.

Eclesiastés 2:24

¡Goza de la vida con tu amada, todos los días de la vana vida que se te ha concedido bajo el sol! ¡Ésa es tu parte en esta vida! ¡Eso es lo que te ha tocado de todos tus afanes bajo el sol!

Eclesiastés 9:9

Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.

Eclesiastés 11:9

Este es el punto central del libro de Eclesiastés, si notamos, Salomón no es un aguafiestas como dicen en el campo, pero tampoco nos da una licencia para hacer lo que queramos. Lo que Salomón nos está diciendo; es que si vivimos el presente sin tomar en cuenta la muerte y el juicio que viene después, seremos como el individuo que va de tienda en tienda con su tarjeta de crédito, gastando y gastando y no tiene ni un Bolívar para pagar. Al principio el sale de las tiendas con sus compras presumiendo ser un hombre adinerado, pero al final de mes va a llegar la cuenta. Y esta persona estará cada vez más en problemas.

Al igual que este individuo, Dios nos ha dado, no una tarjeta de crédito; sino una vida, para que la vivamos para su gloria. Todos nosotros, nos presentaremos algún día delante del tribunal de Dios, a dar cuenta de esa vida que él nos dió. No importa si creemos en la reencarnación, purgatorio o que con la muerte se termina todo. Lo cierto, es que al final de cuenta, va a suceder lo que ya Dios determinó que sucediera. Nosotros podemos gozar, acumular y vivir a nuestra manera. Pero la realidad final, es que todo nos presentaremos delante de Dios en un juicio, en el que todo escucharemos un veredicto eterno. Por tanto, perder de vista la realidad de ese juicio es lo más trágico que nos puede pasar.

El autor de los Hebreos dice:

No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

Hebreos 4:13

Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,

Hebreos 9:27

¿Sabes por qué Dios nos dio una conciencia? Para recordarnos que nuestra vida termina en un tribunal. Esa conciencia, pasa juicio sobre todas nuestras acciones continuamente. Y solo tiene dos vocabularios que susurra en nuestro interior, ¡Lo hiciste bien hecho o mal hecho!

UNA ESPERANZA VIVA

Por esta razón, nuestro Señor Jesucristo, la segunda persona de la trinidad; se hizo hombre y vino al mundo, para hacer por nosotros lo que nosotros no podemos hacer por nosotros mismos. El eterno se vistió de temporalidad, para vivir una vida perfecta de obediencia; la cual nosotros no hubiésemos podido vivir. Y luego murió en una Cruz para pagar nuestra deuda delante de Dios. Él y solo Él puede dar sentido y propósito a nuestra existencia en este mundo. Porque solo Él puede redimirnos de todos nuestros pecados. Sólo Él puede concedernos gratuitamente el don de la vida eterna.

Por esto, Jesús nos dice:

Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

Juan 6:35

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Juan 14:6

Yo soy el mediador entre Dios y los hombres.

1 Timoteo 2:5

Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Juan 11:25

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Romanos 8:1

Conclusión

El ser humano, puede refugiarse en los estudios, trabajos, en los placeres y deleites de este mundo, pero sólo Cristo; puede darle sentido y propósito a nuestras vidas. Por esto, el fin de todo el discurso es este:

Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

Eclesiastés 12:13-14

Por Denys Payen

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