Una de las cualidades singulares de la Biblia, es la forma en que dignifica a las madres. En la Escritura podemos encontrar historias, poemas y proverbios que las elogian, ennoblece su papel en la sociedad y en la familia, reconoce la importancia de su influencia y destacan las virtudes de las madres que fueron ejemplos piadosos.
En las páginas de la Biblia tenemos madres con corazones llenos de amor, piedad, humildad, paciencia, bondad, misericordia que reflejan el carácter de Dios. Podemos nombrar a Eva, madre de todos los vivientes; a Ruth, en lealtad y amor; a Sara, esperanza contra toda esperanza; a María, bendecida en todas las mujeres y a Ana, retrato de la gracia.
Podríamos tener una lista larga de madres en todo el Antiguo testamento y Nuevo testamento, cada una con virtudes especiales. De modo que vamos a considerar la madre del profeta Samuel.
Una oración
Cuando Ana había perdido la esperanza de ser madre, fue llevada a refugiarse en la oración.
“Ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida”
1 Samuel 1:10-11. RV60
Un corazón de oración
El regalo más hermoso que Dios le da a las mujeres es ser madre, pero Ana no tenía el privilegio de la maternidad, lo que la llevo a derramar su alma a orar y llorar con amargura (1 Samuel 1:10ª). Ella comprendió y decidió llevar su caso directamente al Señor, a pesar de su decepción y angustia, ella se mantendría fiel a Dios. De modo que, la frustración parece haberla acercado más y más al Señor, en lugar de alejarla de Él, perseverando en la oración.
En cada madre debe sobresalir, la incesante persistencia y virtud de orar, al igual que la hubo en Ana. Permanecer en ruego delante del Señor, en medio de la aflicción con un corazón roto, derramando el alma, haciendo plegaria en medio de llanto. Esto ejemplifica lo que significa “orar sin cesar” (1 Ts. 5:17) RV60
“Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye”
1 Juan. 5:14 RV60
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias…”
Col. 4:2 RV60
La oración constante y apasionada es una de las lecciones centrales en la vida de todas las madres creyentes.
Un corazón consagrado
No solamente ella le mostraría el alma rota y el llanto, sino que hizo dos promesas a Dios al momento de mirar su aflicción. La primera fue consagrar su hijo al Señor, de lo profundo de su corazón y mente con un gesto de obediencia y lealtad. Todo esto implicaba, que debía concentrarse únicamente al cuidado de Samuel. Tenía mucho trabajo: amamantarlo y ayudarle a aprender las verdades básicas de la vida y la sabiduría.
De modo que los primeros años de crianza del niño son vitales, pues la formación de su carácter y un 90 por ciento en su vida. (1 Samuel 2:21b)
Dice la palabra:
“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”
Proverbios 22:6 RV60
Lo segundo que Ana había prometido, era dedicarlo al Señor todos los día de su vida, siguiendo el ejemplo de la madre de Sansón (Jueces 13:2-7). Obviamente, Ana quería que su hijo fuera un hombre piadoso, que sirviera y glorificara al Señor toda su vida. Éstas no fueron promesas hechas a la ligera, porque cuando Dios finalmente respondió a su oración, no retrocedió por difícil carga que su voto había puesto sobre ella.
Una vida consagrada a Dios nos lleva a preparar a los hijos para una vida al servicio a Él.
Un corazón bendecido
Finalmente, la dedicación de Ana, con un corazón a la oración, un corazón consagrado al hogar, a su hijo, y una promesa: da muestra de una maternidad ejemplar.
La Escritura dice que Dios la bendijo con cinco hijos más, tres niños y dos niñas (v. 2:21). Su amor por Dios, su hogar y su esposo siguen siendo las prioridades verdaderamente de toda madre.
Ana, es un gran ejemplo de una madre que ora. El nacimiento de su hijo fue una respuesta de oración; su entrega a la obra del Señor, fue el resultado de un pacto hecho con Dios en oración: sin duda la extraordinaria vida de Samuel fue respuesta a la oración incesante de su madre piadosa, y conforme al corazón de Dios.
Por Ps. Jesús Idrogo