En el año 2012, tuve el privilegio junto a mi familia, de asistir a la conferencia “Por su causa 2012”, organizada por la Iglesia Bautista Internacional (La IBI) en Santo Domingo, República Dominicana, y el tema central fue “ El Dios que adoramos.”
Era la primera vez que asistía a un evento de tanta importancia, y con conferencistas tan reconocidos a nivel de la Iglesia evangélica mundial. Pero no fueron ellos los que llamaron mi atención, sino un pastor local y su exposición sobre la Bondad de Dios.
Él describió la bondad de Dios, entre los atributos comunicables y lo expresó de la siguiente manera: “La bondad de Dios es aquella perfección de Dios que lo mantiene solícito para tratar generosamente a todas sus criaturas”, citando a Berkoff & Schieffer.
Del mismo modo, además de la bondad de Dios, hay otro atributo comunicable que quiero compartir y a la vez exaltar, pues estamos viviendo tiempos difíciles en la existencia del hombre. Este atributo es la GRACIA DE DIOS y el tiempo en que vivimos es de pandemia.
La Escritura afirma:
“Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.”
Jeremías 9:24 RVR1960
Conociendo la Gracia de Dios.
(Verso. 9:24ª)
Dios había compartido su gracia con el pueblo, al estar junto a ellos desde el instante que los sacó de la tierra de Egipto hasta llevarlos a la tierra prometida.
“Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche.”
Éxodo 13:21 RV1960
Es la gracia de Dios la que opera, cuando se nos concede un favor de forma gratuita y sin merecerlo. Esto nos lleva al maravilloso conocimiento de que:
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Efesios 2:8-9 RV1960
Es por eso que Jeremías proclama: “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová”. El gloriarse en Dios, implica ver la infinita misericordia en la necesidad que tenemos, y nos conduce al manantial de nuestra salvación, que es la gracia de Dios, al cual podemos ir sin temor:
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
Hebreos 4:16 RVR1960
Gracia y Amor.
(verso. 9:24b)
El profeta Jeremías, no esperaba el amor de Dios, sabiendo del juicio que vendría sobre Judá y Jerusalén. Dios le dijo, “Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré.” (Jeremías 7:16 RVR1960).
Pareciera que todo estaba perdido. Así es, vemos los tiempos malos como una causa perdida, no hay escape, no hay luz al final del túnel. Sin embargo, en medio de la aflicción, el amor y gracia de Dios nos trae gozo en el lugar de duelo.
El mismo libro de Jeremías, revela la gracia del Señor cuando dice al profeta: “ El pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en busca de reposo.” (Jeremías 31:2 RVR1960) desde lejos el Señor se le apareció y dijo además: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.” (Jeremías 31:3 RVR1960) y de modo similar encontramos a Pablo diciendo: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,” (Tito 2:11 RV1960). Dios manifiesta amor y gracia a la vez, a todos por igual.
Gracia Encarnada.
(Versos 9:24c)
Cuando entendemos verdaderamente la gracia, y estamos convencidos de que Dios solo nos debe ira, nos asombramos y agradecemos que nos haya proporcionado los meritos de Cristo. El apóstol Juan en su evangelio lo dice: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.” (Juan 1:16 RVR1960). Y en Cristo habita toda la plenitud de lo que es el Padre y nosotros estamos en Cristo. ¡Hay tanto en Cristo que Él es una fuente inagotable de todo lo bueno, lo puro, lo justo, lo agradable, lo virtuoso, lo verdadero, lo honesto, lo que es digno de alabanza!
Y de esa plenitud inagotable nosotros tenemos el divino recurso de Su gracia, una gracia que se renueva día a día, momento a momento. Jesús no es egoísta con respecto a lo que Él es sino que está disponible, por eso dijo: “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. (Juan 4:14 RVR1960). Él es el agua viva que satisface cualquier necesidad, no hay ninguna sed estando en Él.
Entonces afirmamos:
- Somos salvo por gracia. Ef. 2:8-9
- La gracia nos permite acercarnos a Dios. He. 4:16
- La gracia nos transforma. Tito 2:11-12
- Es abundante y es para todos. Ro. 5:15
- Somos justificados por medio de Cristo. Ro. 3:23-25
Una Historia al final.
Un hijo libertino había sido una gran aflicción para su padre, le había robado y avergonzado y, por último, terminó provocando que sus cabellos grises se fueran con tristeza a la tumba. Era un miserable: nadie pudiera ser más desvergonzado. Sin embargo, asistió al funeral de su padre, y permaneció para oír la lectura del testamento, tal vez era la principal razón para estar ahí. Se había hecho completamente a la idea que su padre no le iba a dejar un centavo, y había resuelto que haría pasar ratos muy desagradables al resto de la familia.
Para su gran asombro, en la lectura del testamento se leyó algo así: «En cuanto a mi hijo Ricardo, aunque ha derrochado terriblemente mi riqueza, y aunque a menudo ha afligido mi corazón, quiero que sepa que aún lo considero mi hijo querido, y por consiguiente, como muestra de mi imperecedero amor, le dejo a él la misma proporción que al resto de sus hermanos.
“Salió de la habitación, no podía soportar más, el sorprendente amor de su padre lo había dominado. Fue a ver al albacea la mañana siguiente y le dijo, «seguramente usted no leyó correctamente.» «Sí, lo leí bien, aquí está.» Entonces, dijo, «Me siento listo para maldecirme por haber afligido a mi anciano padre amado. ¡Oh, que lo pudiera recuperar otra vez! El amor nació en ese corazón ruin por una muestra inesperada de amor.
Por Ps. Jesús Idrogo.