Leer 1 Pedro 1:8
El año 2020, sin duda alguna, será uno de esos años recordados históricamente a nivel mundial, por todo lo que ha acontecido y está sucediendo. «Pandemia, pérdidas humanas, muertos sepultados en fosas comunes, bolsa de valores bajando como nunca antes, escases, incendios forestales, explosión de volcán, terremotos, hambre, incertidumbre, entre otros». Es impresionante ver lo que está pasando en todo el mundo.
En lo que va de año nos ha tocado experimentar, quizás, la prueba más dura y difícil que esta generación haya experimentado antes, y llegue a experimentar durante este siglo. Lo que ha llevado a muchas personas a preguntarse ¿dónde está el Dios de amor que yo conozco? ¿por qué suceden cosas malas y dolorosas a personas inocentes? ¿será que Dios ha acortado su misericordia? ¿realmente el Dios que yo digo conocer, existe?
Quienes conocen a Dios piensan grandes cosas de Dios.
No tengo espacio suficiente para referirme a todo lo que el libro de Daniel nos dice en cuanto a la sabiduría, el poder y la verdad de ese gran Dios que domina la historia y nos muestra su soberanía en actos de juicio y misericordia, tanto con las personas como con las naciones, según su propia voluntad.
La verdad central que Daniel enseñó a Nabucodonosor por medio de los dos sueños que tuvo (Dn. 2 y 4) y al igual que a Belsasar por medio de la escritura en la pared (Dn. 5), eventos que fueron interpretados por Daniel por revelación de Dios, y que Nabucodonosor reconoció luego de su cumplimiento (Dn. 4), fueron la base de las oraciones de Daniel y su confianza en Dios.
La verdad es que el «Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres». El Señor sabe, y conoce anticipadamente todas las cosas; por lo tanto Él tendrá la última palabra, tanto en lo que se refiere en la historia del mundo como al destino de cada persona. Lo que deja claro que su reino y justicia han de triunfar finalmente, donde ni hombre ni ángeles podrán impedir el cumplimiento de sus planes.
Estos eran los pensamientos de Dios que llenaban la mente de Daniel.
«Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos».
Daniel 2:20-21
«Ahora, Señor Dios grande, digno de ser temido que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos… Tuya es Señor la justicia… De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar… Justo es Jehová nuestro Dios en toda su obra que ha hecho».
Daniel 9:4, 7, 9, 14
¿Es así como nosotros pensamos acerca de Dios? ¿Es esta la perspectiva que expresamos en nuestras oraciones?
Quienes conocen a Dios gozan de su paz.
Esta es la paz de la cual habla Pablo en Romanos 5:1 «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo», esta paz radica en lo que Cristo hizo por nosotros, que más adelante Pablo, expone de una manera magistral en Romanos capítulo 8:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús (v. 1), el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si hijos también herederos. (vv.16-17), sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien (v. 28), A los que justificó, a éstos también glorificó (v. 30), si Dios por nosotros ¿quién contra nosotros? (v. 31) ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? (v. 33) ¿Quién nos separa del amor de Cristo? (v. 35) estoy seguro que ni la muerte, ni la vida. Ni lo presente ni lo por venir. (v. 38) nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (v. 39). Esta era la paz que tenían Daniel y sus amigos que experimentó Job, en medio del sufrimiento. Esta es la paz que experimentan los que realmente conocen a Dios.
Palabras de ánimo.
Queridos hermanos ciertamente estamos pasando por una dolorosa y difícil situación, la ansiedad, angustia, tristeza, desesperanza, han invadido muchos corazones, pero lo que hace que la vida valga la pena, es tener la plena confianza que nuestro Dios es soberano y hace todas las cosas según el designio de su voluntad.
Jesús nos consoló de antemano diciendo: estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. (Juan 16:33). Amados hermanos, lo peor que nos puede pasar en esta vida es morir. Y Jesús venció la muerte y el pecado para que tengamos vida eterna. ¿qué es la vida eterna? Jesús mismo la definió de la siguiente manera. La vida eterna: es que conozcamos al único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien ha enviado. (Juan 17:3). Esta es nuestra esperanza y consuelo en medio de la tribulación, encontrarnos un día cara a cara con nuestro Rey Soberano.
¡Ánimo hermanos míos, Dios está al control!
Denys Payen