Cuando pensamos en integridad, en muchos casos a nuestra mente se acercan pensamientos relacionados con la moralidad del hombre; sin embargo, la palabra tiene una connotación más profunda, abarcando áreas como: espacio, tiempo, movilidad; zonas tal vez, alejadas de nuestro entendimiento a la hora de abordar y evaluar nuestra integridad cristiana.
Muchísimas personas que son asistentes regulares a una congregación, pueden llevar tranquilamente una vida dualista; con personalidades que varían de domingo a lunes o del edificio de la iglesia a casa. Otros tal vez cuentan con un negocio donde tienen a su cargo empleados, que en algunos casos suelen ser congregantes de la misma iglesia; a quienes desde sus propias palabras pueden comunicarles su posición en el trabajo, la cual será distinta a la de la iglesia.
¿Acaso es esto verdad?, ¿Puedes como Cristiano tener una doble personalidad?. ¿Puedes tener áreas intocables? ¿Prioridades, tiempos, espacios no cedidos al control del Espíritu Santo?. El Apóstol Pablo rotundamente nos muestra que si realmente somos del Señor, en ÉL y para Él debemos VIVIR, MOVERNOS y SER (Hechos 17:24).
En estos tiempos muchos de los “Cristianos nominales” pudieran estar sufriendo más de la cuenta por la falta de devoción, comunión, acercamiento y aplicación de los principios bíblicos. Dios en su Voluntad demanda INTEGRALMENTE cada espacio, tiempo y movimiento que tengamos que dar a diario. A continuación hablaremos desde la perspectiva bíblica de estas tres áreas claves, dando un tratamiento para aplicación y beneficio en la actualidad pandémica y post pandémica:
1) Nuestra Adoración NO depende de espacio físico alguno. Juan 4:20-24
En el momento en que Jesús se presenta ante la mujer samaritana en la muy conocida conversación, existía una amplia y profunda rivalidad entre judíos y samaritanos. Esta confrontación se trasladaba a escenarios religiosos colocando por un lado al monte de Jacob como favorito de los samaritanos (donde se estaba llevando a cabo la conversación) y por el otro a Jerusalén como opción para los judíos.
Tanto para los judíos como para los samaritanos, estos lugares eran donde se tenía la mejor y verdadera adoración, pues los samaritanos hablaban y defendían al monte de Jacob y su pozo, y los judíos a Jerusalén como lugar indicado, apartado para el verdadero culto a Dios. Jesús le muestra a la mujer que no era un lugar, ni el otro; pues de manera contundente pudo expresar ante aquella atónita mujer, desde donde se originaba y a quien debía ser dirigida la verdadera adoración.
Si existe alguien indispensable, infaltable e imprescindible en nuestra adoración; ese es el Señor. De ninguna manera se quiere decir que no se necesita la comunión que se genera en torno al Señor en un local de reunión o en una casa de familia como en la actualidad; sin embargo, estas reuniones deben darse usando los medios reguladores que colocan a Jesús como guía y figura principal en tal reunión.
“El Espíritu de Dios da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16), siendo Dios un Padre que nos muestra la manera adecuada de adorarle, buscando entonces la forma de hacerlo de manera espiritual y verdadera; generando como resultado una búsqueda de los medios comunitarios que estén disponibles para hacerlo.
2) Como discípulos del Señor debemos ser piezas dedicadas y ocupadas en su obra. Filipenses 2:12
Existen rasgos visibles de la santidad que Dios nos ha dado, una de ellas es la ocupación y dedicación de tiempos de calidad prioritarios dentro de la vida de los que han sido apartados como pueblo Santo del Señor, siendo nuestra ocupación integral principal: Glorificar al Señor en cada espacio de nuestra vida.
Dentro del proceso de santificación, Dios nos dejó tareas o hábitos espirituales que vienen a ser parte esencial para reflejar una vida con evidentes frutos de arrepentimiento; estas disciplinas (lectura de la biblia, oración, meditación etc.) deben ser prioritarias en nuestra lista de quehaceres. Esto incluye tiempos de dedicación y sacrificio como rasgos comunes y corrientes en la vida de seguidores de un Señor que producirá en corazones entendidos, un querer y un hacer por su buena voluntad Filipenses 2:13.
Inevitablemente eso nos llevará a una búsqueda, un anhelo diario, una necesidad de estar en la presencia de Dios, recibiendo la instrucción, guía, fortaleza para enfrentar los desniveles que se presentan en nuestro mundo cambiante y desfigurado por el pecado. Muchos en este tiempo de pandemia; permanecerán “ocupados” en variadas cosas, a pesar del tiempo que tal vez sobre a otros.
El que siempre ha permanecido “ocupado”, seguirá ocupado aun en esta crisis donde pareciera que existe “tiempo suficiente” para ocuparse en los negocios del padre.
Para adquirir una mejor comprensión de los negocios del Señor en esta crisis, podemos iniciar por revisarnos de manera intima, evaluando nuestra dedicación y tiempo de calidad apartado para el Señor. En la actualidad podemos volvernos al Señor y colocarlo como prioridad insustituible; sabiendo que todos, incluso los demonios tiemblan y temen ante la majestad del Dios que demanda nuestra obediencia y Adoración exclusiva.
3) Nuestros planes y activismo deben estar basados en la voluntad de Dios. Santiago 4:13-15
El apóstol Santiago estaba de seguro acostumbrado al activismo religioso; siendo uno de los principales representantes de la iglesia de Jerusalén en el primer siglo; estaba seguro del significado errado de planificar y pensar en actividades de la iglesia sin tomar en cuenta la voluntad del Señor. Si Dios permite y quiere que hagamos muchas cosas en su voluntad se podrán realizar.
La crisis actual ha reducido de manera estrepitosa el activismo religioso y secular de muchas personas; tal vez, actividades muy desvinculadas de la voluntad del Señor; propias de personas que son adictas al trabajo, movimiento, y a la libertad de hacer una gran cantidad de cosas en conexión con sus propios deseos y emprendimientos, también han sido minimizadas.
Hemos sido llamados en este tiempo a paralizarnos casi por completo; detenimiento que nos permite reflexionar y revaluar nuestras prioridades y actividades. Mucho es lo que hemos tenido que dejar de hacer, y a pesar de eso, el mundo no se ha acabado; Dios nos ha dado en cuarentena, lecciones que desde el reposo y la quietud del hogar podemos comprender, siendo de alguna manera similar al llamado que Dios hizo al profeta Elías ante la crisis que enfrentó por la persecución de Jezabel en el libro primero de Reyes en su capítulo 19.
Dios estaba buscando que Elías le conociera y entendiera de manera real y cercana. Del mismo modo hoy podemos buscar a Dios, corrigiendo y aprendiendo a caminar a su paso, buscando su dirección y cuidado antes de avanzar en cualquier dirección.
Como lección aprendida actualmente y post pandemia, podremos comprender aún más a Dios en su accionar, entendiendo que Él puede hacer mucho más de lo que nosotros pensamos que podemos hacer; siendo simples mortales, dependientes, necesitados, finitos en manos de un Dios que en poco tiempo ha mostrado la fragilidad y debilidad de una humanidad que centrada en sí misma, es capaz de desconocer los preceptos y acciones del Dios que maneja los tiempos.
Conclusión
Existen muchas más áreas de las tres expresadas en el artículo; sin embargo, todas deben estar dedicadas a Jesucristo como señal de su Señorío. La intención del ensayo entonces, es entender que Dios demanda cada centímetro de nuestro ser a dedicación exclusiva, muy a pesar de nuestras actividades regulares que pudieran “desprenderse” de nuestra posición cristiana. Estas actividades regulares son descritas por el evangelio de Mateo (Mateo 6:33) como aquellas “cosas” que serán añadidas y direccionadas en la voluntad de Dios en la medida que entendamos que la búsqueda primera de los verdaderos hijos de Dios, es la de Su Reino y Justicia, desde donde se puede entonces vincular cada actividad y plan dentro de la visión redentora de nuestro Señor y Salvador.
Pr. Robinson Moreno