Escrito por Jorge Boscan

6 de junio de 2020

Salmos 126

¿Cuántos de nosotros anhelamos volver a estar juntos en el templo, para saludarnos, reírnos, alabar, adorar y estar todos en comunión con el Señor?(Sal. 133) ¿Cuándo será el día en que nuevamente nos reuniremos? Muchos nos hacemos la misma pregunta.

Lo cierto es que, cuando suceda, será un día grandioso, un día de alegría y gozo, pues, desde que apareció el virus Covid-19, nuestras vidas han cambiado de lo cotidiano a lo primordial, de una vida complicada a una vida sencilla; pero la iglesia del Señor también ha experimentado cambios.

En el libro de los Salmos, con diferentes nombres describen tiempos similares de júbilo y adoración con cánticos al Señor: alabanza, salterio, oración, himno, composición o canto de alabanza a Dios, canción cantada con acompañamiento de un instrumento de cuerda o salterios.

En el Salmo 126, encontramos el canto de los peregrinos, y narra la dolorosa experiencia cuando el pueblo de Dios estaba cautivo por décadas, y la repentina liberación. El salmo contiene un tono de tristeza y nostalgia, de esperanza y alegría.

Anhelando volver a estar juntos como iglesia.

Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, Seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza; entonces dirán entre las naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con estos. Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; Estaremos alegres.»

Salmos 126:1-3 RV60

El salmista comienza revisando y reflexionando en un tiempo cuando el pueblo de Dios fue liberado de la cautividad y del exilio. Sus sentimientos y experiencias lo llevaban a pensar y sentir: cuándo el Dios de Israel los haría volver. La alegría de tan solo pensar en volver lo hace soñar. Tan súbito y abrumador fue su gozo que se sintieron como si estuvieran fuera de sí, arrobados, estáticos. La cautividad había sido grande, y grande la liberación; porque el poder del mismo Dios había obrado. Parecía demasiado bueno para ser real.

Así, al igual que el salmista, diremos, cuando Jehová, nos haga volver juntos como iglesia: seremos como los que sueñan. El Señor les dijo a sus discípulos, “aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo.” (Juan16:20). Nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de gritos de alegría, y diremos ¡Grande cosas ha hecho el SEÑOR por nosotros! (vv. 2-3). Porque estaremos alegres. No sabemos cómo será el encuentro. Solo tendremos que esperar.

El ruego

El ruego del salmista en el verso cuatro, tiene la plena seguridad y confianza que Dios lo librará de la esclavitud. Pero no solo estarán libres, sino que serán restauradas sus posesiones. Esto hace pensar, aunque tengamos bendiciones en el pasado, ellas no cancelan los problemas futuros. El pueblo de Israel fue liberado muchas veces por Dios, pero siempre volvió a enfrentar problemas.

Y esa es la condición humana. Las bendiciones del pasado no cancelan los problemas futuros. Aun después de una gran bendición, nosotros debemos seguir luchando. El Señor nos enseña que cada día traerá su propio afán (Mat. 6:34). Lo que sí pueden hacer las bendiciones del pasado es darnos aliento y esperanza para enfrentar las angustias futuras.

La experiencia de hoy nos enseña a mirar el futuro con esperanza. Y sabemos que Dios, quien nos ha librado de problemas en el pasado, nos seguirá librando en el futuro, y diremos: “Haz volver nuestra cautividad, oh Jehová, como los arroyo del Neguev” (verso 4)

La promesa

Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverán a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.”

Salmos 126:5-6

No hay nada penoso en sembrar semillas. No toma más trabajo que cosechar. Los días pueden ser hermosos. Puede haber gran esperanza de una cosecha. Sin embargo, el Salmo habla de «sembrar con lágrimas». Habla de alguien «que con lágrimas anda llevando la semilla de la siembra». Entonces, ¿por qué está llorando?

Pienso que la razón no es lo penoso que pudiera llegar a ser realizar una tarea, o que cosechar sea difícil. Pienso que la razón no tiene nada que ver con sembrar. Sembrar simplemente es el trabajo que tiene que hacerse, inclusive cuando haya cosas en la vida que nos hagan llorar.

La lección es la siguiente: cuando haya tareas simples y claras que debamos hacer y nos encontremos llenos de tristeza, y las lágrimas fluyan fácilmente, sigamos adelante y hagamos el trabajo con lágrimas. Seamos realistas. Digamos a nuestras lágrimas: «Lágrimas, las estoy sintiendo. Ustedes hacen que quiera renunciar a la vida, pero hay un campo que debo sembrar (platos que lavar, auto que arreglar, sermón que escribir)». (Háblenles a sus lágrimas por John Piper)

Sí, la tarea se debe continuar. Debemos seguir evangelizando, seguir discipulando, buscando a aquellos que no conocen de Cristo, y aprovechar el mejor tiempo que Dios ha dado, que es dentro de nuestros hogares.

Conclusión

En conclusión, el Salmo 126 nos enseña que Dios nos hará volver de las lágrimas a las risas, nos hará volver a estar juntos en el templo, que la alegría de ayer nos motiva para seguir luchando, y mirar el mañana con esperanza.

Con este mensaje, confiaremos que estaremos juntos nuevamente, viviendo con la esperanza, y la promesa de Dios. Recordando que, estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. (Fil. 1:6).

Es mi oración que aquellos que se encuentran pasando por momentos difíciles, padeciendo por enfermedad, soledad u otra situación emocional y espiritual, el Señor extienda sus manos, calme sus angustias y traiga paz a sus almas y sane su cuerpo.

Por Ps. Jesus Idrogo

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