Escrito por Jorge Boscan

23 de octubre de 2021

Leer 1 Timoteo 2:8-15

Introducción

Mucho recuerdo de aquellos años de bachillerato donde se impartía en el colegio, la muy conocida materia de “instrucción premilitar”, la cual entre otras cosas acercaba al estudiante con órdenes e instrucciones relacionadas con las que recibían los militares en los cuarteles. Una de las más llamativas actividades de la materia, era el “orden cerrado”, donde se aprendían las practicas sincronizadas básicas para el ordenamiento de tropas y donde la disciplina y obediencia vendrían a ser claves para engranar y avanzar en la misma dirección del grupo, bajo una voz de mando que corregía, revisaba y perfeccionaba cada uno de los ejercicios y ordenes repasados a diario. En algún momento si existían dentro del grupo, algunos con problemas para retener e ir al paso del resto del grupo, eran separados de manera momentánea con propósito de recibir y repetir de forma intensiva los ejercicios correspondientes, con el fin de ir a la par con el resto del “batallón”.

En la porción bíblica de esta semana, se deben señalar aspectos importantes y determinantes dentro de la vida cristiana, que en su momento fueron especificados al joven Timoteo como parte de su instrucción personal. Esta instrucción como orden cerrado militar, debía ser recibida y practicada sin ningún tipo de ligereza, debido a que involucraba, ordenes que estaban muy ligadas con la doctrina recibida por Pablo, y que sin ningún menoscabo dejaba como instructivo al joven Timoteo. Este orden cerrado, debía ser impartido a la iglesia, tomando en consideración el contexto, lugar, cultura, y personalidad del propio Timoteo. Nunca debemos olvidar donde se encontraba Timoteo al recibir la carta, según se menciona en el capítulo 1, versículo 3; se encontraba en Éfeso, como parte de una asignación del propio Pablo, para cuidado y establecimiento de la iglesia que se encontraba en ese lugar.

Se mencionarán puntos que se desprenden de la lectura bíblica, y que deben ser bien entendidos y valorados con la iluminación y dirección del Espíritu Santo:

El orden de Dios actúa y exige respuesta de hombres y mujeres. (V 8-10)

  1. El orden cerrado de Dios exige y pide a los hombres que guarden testimonio visible e íntegro, donde más allá de las formas, rituales y pretensiones, se presentarán hombres con carácter aprobado, sereno, y con buen testimonio en cada lugar.
  2. El orden cerrado de Dios pide buen testimonio de las mujeres que le sirven, las cuales deben mostrar en todas las áreas de su vida, una relación con Dios que se muestre en su manera de vestir, hablar y comportarse, y sin excederse en formas de ropas, vestidos y ornamentos que le lleven a una alabanza propia.
  3. El orden cerrado de Dios, pide como resultado en obediencia que las mujeres puedan ser aquellas que sirven y se entregan a la piedad y obras asociadas a su servicio y devoción como: Esposas, madres, hijas, hermanas… que profesan el evangelio.

Dentro del orden de Dios la mujer juega y tiene un rol importante que debe entenderse y aprenderse. (V 11-13)

  1. Aprender en obediencia y sujeción, que el orden y los mandamientos de Dios son importantes, como parte de lo establecido y determinado por Dios.
  2. La mujer debía también reflejar valores del orden y rol establecido por Dios, para poder enseñar, aprendiendo en Silencio, hasta poder ver a Dios en su condición.
  3. El orden nunca menosprecia, sino que coloca cada rol en su lugar, donde tan importante es el rol de la mujer como el del hombre, mostrando la creación y formación de Adán y luego de Eva.

El orden de Dios muestra la responsabilidad y la consecuencia de hombre y mujer en el pecado, en este caso particular de la mujer.

  1. Timoteo se encontraba en un lugar donde la influencia, autoridad irregular y costumbres anti bíblicas superponían a la mujer, distorsionando su rol.
  2. El engaño fue en ambos lados; hombre y mujer; sin embargo, la mujer nunca ha estado exenta de culpabilidad y responsabilidad, porque esta al fin y al cabo fue engañada desencadenando transgresión.
  3. Una de las formas de mostrar piedad, orden y sujeción a Dios estaba en cumplir y desear lo que Dios en su voluntad desde el principio de los tiempos determino para los seres humanos: Siendo fecundos y multiplicándose; esto nunca fue socavado por el pecado.

Conclusión

Ante una porción bíblica que se considera compleja y difícil, debemos colocarnos anteojos con la marca distintiva de la cruz y con la historia en mente, de manera que cuando se muestren porciones bíblicas que rozan sensibilidades de unos y otros, la propia escritura, contextos y factores como la sensatez interpretativa, nos lleven a valorar los correctos principios que debemos atesorar. No existe ningún indicio ni deseo de Dios en exaltar a unos y menospreciar a otros (Hombres y mujeres), más bien, en Cristo cada miembro y participante de la familia, tiene sus valores restaurados y rescatados; es decir, este pasaje hace un llamado a recuperar el valor y testimonio de cada miembro de la familia, donde cada participante está llamado a despojarse de las malas influencias y enseñanzas externas que no reflejen ni hablen del valor de la Cruz y la transformación del evangelio, evangelio que progresivamente se evidencia en la palabra, teniendo un clímax con el arribo de Jesús, su ministerio y muerte en la cruz, dejándonos a nosotros un papel importante para darle continuidad a la historia de Dios, hasta el fin de los tiempos.


Por Pr. Robinson Moreno

Otros artículos de interés…

Devocional: «El Mesías prometido»

Dios prometió vida y salvación a través de Jesucristo a un pueblo que vivía en medio del engaño y la falsedad, que vivía en oscuridad y muerte espiritual.