Leer Joel 2:1-11
El capítulo 1, la voz del profeta Joel anuncia la invasión de un ejército de langostas (verso 4), la destrucción que ellas van ocasionalmente al pueblo era momento de volverse a Dios. Pero este llamado solitario del profeta clamando a Dios, no sería escuchado por los líderes y el pueblo. Una voz solitaria se alza en el medio del pueblo, siempre ha sido una señal de esperanza en la historia de la salvación.
El desastre a causa de las langostas tendría que llevar al pueblo al arrepentimiento (1:14-20) y regresar a Dios con quien había jurado un pacto de obediencia y fidelidad. Sin embargo, esto no sucedería, y la profecía de Joel se cumpliría.
Joel continúa describiendo con mayor detalle la futura desolación que se llevará a cabo el día del SEÑOR (2:1-11), para ello describe varios acontecimientos que van a ocurrir. Estos acontecimientos serán como un día terrible del Señor.
Suenan las alarmas
Joel 2:1-3
Al igual que un sismógrafo registra la intensidad, la duración y la escala de un terremoto, en este segundo capítulo, el profeta Joel, hace sonar la trompeta en señal de alarma. Las plagas de langostas descritas en el capítulo uno como una invasión son vistas como un gran ejército enemigo que traerá sufrimiento, desolación y destrucción en el día del Señor. Lo dice el profeta:
Tocad trompeta en Sion, y sonad alarma en mi santo monte. Tiemblen todos los habitantes de la tierra, porque viene el día del SEÑOR, Porque está cercano
Joel 2:1 LBLA
El profeta Joel tras anunciar la tragedia que viene a la ciudad de Jerusalén, pinta un cuadro con vivos colores del gran día del SEÑOR. Según el libro de Números 10: 2-3; 9, era deber de los sacerdotes tocar las trompetas en ciertas ocasiones. El toque de la trompeta daba aviso a la reunión de la congregación o anunciaban inminente peligro. Pero esta alarma no es más que decirle a su pueblo su condición de pecado, idolatría y de injusticia en que ellos vivían; estaban en serios problemas la cual lo llevaría a la ruina y miseria total si no escuchaban el mensaje de Dios.
El día del SEÑOR es interpretado como un día de juicio, de castigo. Su descripción se encuentra en el verso 2, la figura parece referirse a día de tinieblas y lobreguez ocasionada por la plaga de langosta algo que estaba próximo a pasar o ya había sucedido. Las tinieblas son símbolos de pecado y castigo, pero en este contexto son figura de peligro. Sin embargo, el fuego y llama describe una total devastación, en contraste entre lo que era el jardín de Edén (versos 3)
Enemigo en puerta
Joel 2:4-11
Ahora, lo que viene al pueblo se describe a continuación en los versos 4 al 11. El pueblo es llamado a reunirse nuevamente (2:1). Aparentemente, no había arrepentimiento todavía. Una descripción gráfica del ejército de langostas es dada. El profeta usa varias figuras de lenguaje para mostrar la fuerza de destrucción que ocasiona el ejército enemigo. El cuadro realmente es impresionante y hasta escalofriante. El ataque de insectos se describe:
“Como el ejército a caballos…como corceles de guerra…como estrépito de carros…como el crepitar de llama de fuego…como pueblo poderoso…como valiente que corren…como soldados escalan la muralla…” (Vers. 4-7). Lo cierto es que avanzan de un modo irresistible y no rompen sus filas (verso 8). Van como lo dice Juan Calvino, “se saben bien el camino.” Así será el día del SEÑOR.
La invasión no puede ser detenida, la voluntad de Dios y el juicio divino por medio de la plaga de langostas se cumple. El libro de Isaías dice: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que realizará lo que me place, y cumplirá aquello lo que la envié” (Is. 55:11) RV60.
Un aspecto muy importante es ver el mismo Señor habla con su pueblo y también es el capitán de las langostas (versos 2:11 y 25):
El SEÑOR da su voz delante de su ejército, porque es inmenso su campamento, porque poderoso es el que ejecuta su palabra. Grande y terrible es en verdad el día del SEÑOR, ¿y quién podrá soportar? (verso 11).
Dios va adelante, como un general y en jefe, y Él es quien da la voz de mando, la orden de ataque. Nuevamente, ¿Quién podrá soportar?
Conclusión
Joel predicó la soberanía, santidad y la compasión de Dios. El Dios santo no pasaría por alto el pecado entre su propio pueblo elegido. La plaga de langostas era el castigo que provenía de la mano de Dios para llevarlo al arrepentimiento. Era una advertencia que si Israel no se arrepentía, un ejército devastador vendría sobre la nación. Israel siempre esperaba la intervención divina contra sus enemigos. Pero Joel revierte este clamor para ser aplicada a su nación.
Pero la soberana de Dios no queda confinado a Israel. Dios gobierna sobre todas las naciones del mundo.
La iglesia de Dios hoy necesita escuchar el mensaje del profeta Joel, sigue siendo verdad que Dios castiga a quienes ama (Pr. 3:11-12; He. 12:5-11) y que todavía reivindica su nombre entre las naciones.
Por Pr. Jesús Idrogo.