Escrito por Jorge Boscan

16 de abril de 2021

1 Corintios 15:55-57

Estos últimos días se han desarrollado en medio de una difícil atmósfera, donde hemos  escuchado de la muerte de muchos hermanos queridos, amigos, vecinos y conocidos. De la noche a la mañana muchos de ellos,  han dejado el mundo material, por causa del virus pandémico que golpea duramente a todo el mundo. No ha sido fácil, pero sin duda, detrás de todo, está la soberanía, poder y voluntad soberana de Dios y en ella nos amparamos. Estas situaciones nos deben llevar a tomar con seriedad la realidad del pecado,  la cual vino como consecuencia de la desobediencia del hombre y que uno de sus resultados inmediatos fue la muerte (Génesis 2:17); la cual es concreta, real y espantosa; tanto que mientras escribo el artículo mucha gente está muriendo; y más allá del resultado, ya oscuro y temeroso de la muerte en sí misma; está la realidad que se extiende más allá del mundo en el que vivimos, y que lleva a unas 50 mil personas a diario al infierno;  muriendo éstos, separados de Cristo y sin esperanza (Juan 3:18). Este tiempo nos ha enseñado a dar más por la causa del Señor y la predicación de su evangelio como la esperanza única, precisa, revitalizante, restauradora y eterna, donde encontramos un cambio práctico del horror a la Gloria de la vida en Cristo.

Una esperanza detrás del misterioso paso de la muerte.

1 Corintios 15:55-57

Días atrás estuve en una de las funerarias más concurridas de la zona, allí pude conversar con una de las personas encargadas de dar sepultura a los cuerpos; en medio de la conversación, el hombre describió las espantosas y horrorosas realidades a la que se enfrentan “los sepultureros” en estos abarrotados días. Le pregunté qué había cambiado desde los primeros días de su trabajo hasta hoy; y de manera tajante me respondió: “Ya me he acostumbrado a esto, en principio solía llegar a casa con ganas de renunciar, y dejar todo; pero ahora hago mi trabajo de manera normal, a pesar de que nunca deja de ser difícil todo lo que se presencia en este trabajo”.  Parece que los cristianos necesitamos entender de manera profunda la realidad de la esperanza eterna; debido a que pareciera que no tenemos en mente la realidad de la eternidad, comportándonos y teniendo pensamientos similares a los del mundo, que en medio de la desesperanza, miran la muerte con un horror que describe un final lejos de la Gracia del Señor. Como hizo el hombre descrito en la historia; no nos acostumbramos ni rendimos culto a la muerte, sino que valoramos y adoramos al que la venció en la Cruz.

  • Pablo describe el final de la muerte, por medio de la propia muerte humillante de Dios hecho hombre: “La muerte fue devorada por la victoria”.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.

1 Corintios 15:54

  • Pablo preguntó de manera retadora:

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

1 Corintios 15:55

  • Pablo recuerda la causa de la muerte por el pecado, y el poder y peso del pecado en la Ley.

ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.

1 Corintios 15:56

  • Pablo cierra estos importantes versículos, describiendo y alabando a Dios por medio de Jesucristo, quien se abrió paso en medio de la muerte para ser el primero entre los muchos que lo harían.

Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.

1 Corintios 15:57.

El imperio de la muerte fue derribado y destruido en la muerte y resurrección de Cristo.

1 Pedro 1:3-6

Recientemente estuvimos recordando en días de la “semana santa”, la pasión, muerte y resurrección de Cristo; sin embargo, cada vez es más superficial y pasajero este tipo de recordatorios, aun en medio de los cristianos; ya que, pareciera diluirse en el tiempo, e incluso en algunos casos encapsularse religiosamente a los días de la “cuaresma”. Cristo como objeto de la muerte en la cruz, cruz como elemento horrendo de muerte y la resurrección como glorioso final, completan la esencia y gloria de nuestro evangelio; provocando que la muerte y sus secuaces demoniacos, tengan los días contados;  llevando  a asumir con celeridad y urgencia, y mientras respiremos y caminemos en la tierra; el trabajo que como creyentes nos toca realizar. Como genuinos creyentes, hoy más que nunca debemos contemplar y anunciar la gloria venidera que espera a los que perseveren en mostrar, la esperanza viva, real y celestial; que ya contemplan nuestros hermanos que se adelantaron y ya gozan del Señor; esperando, sí, la segunda venida del Señor para completar la final jornada y dar cumplimiento a la trasformación y estado final como obra definitiva de Dios en el hombre. El apóstol Pedro habla de la GRAN MISERICORDIA del Señor, quien nos ha hecho renacer a una esperanza viva por la RESURRECCIÓN de Cristo. 

La esperanza que tenemos en Cristo está por encima de cualquier condición actual, y nada ni nadie, la puede remover ni eliminar; pues, el cristiano entenderá al final que es un extranjero y peregrino con un galardón mayor, en las habitaciones celestiales.

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,

1 Pedro 1:3

Lo puro, incorruptible, inmarcesible está reservado  en los cielos, como la consumación final y completa del Señor para los que son de los de la resurrección de Cristo.

para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,

1 Pedro 1:4

Dios nos brinda protección y nos revela su salvación; cosa que debe provocar gozo a pesar de los sufrimientos presentes.

que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas.

1 Pedro 1:5-6

Nuestra esperanza necesita ser trasmitida, de manera audaz y veloz.

1 Corintios 15:58

Mucho pesar causó en nuestra familia, aún en medio de nuestra propia convalecencia, no poder ayudar a un vecino que vivía a solo dos casas de la nuestra; pues, en tan solo una semana, vimos como su vida se esfumó. En mi cabeza rondaba la imagen de este amable vecino sentado en su sillón disfrutando de la fresca brisa, frente a su casa, contemplando a los niños jugar en el jardín. Una pregunta de reflexión personal surgió en su momento; ¿Cuántas veces pude predicar de manera eficaz y completa a este vecino la esperanza que tengo en el Señor?, la verdad es que tal vez podía justificarme en que en alguna ocasión, le mostramos una que otra acción de amor, un aventón, una comida compartida, una conversación fugaz o un buenos días; pero, ¿El evangelio? ¿Su urgencia? ¿Su significado? ¿Cristo y su obra? ¿El pecado?, ¿por qué estos temas no fueron centrales en las conversaciones con mi vecino ahora fallecido?. No hallé todas las respuestas a mis preguntas , pero sí pudimos reflexionar como familia, en el cómo nos ha servido este tiempo, para ver lo que nos resta y falta; levantando nuestra mirada a la madura cosecha, lista y en espera de ser recogida por diligentes y acertados hombres que se abalancen a trasmitir el evangelio con el sentido de urgencia que ameritan los tiempos; pues como familia, después de estar acongojados y tristes por la partida física de nuestro vecino; llegamos a concluir que DEBEMOS DAR MÁS, más de lo que ahora estamos dando, hablando más de Cristo y su mensaje de esperanza, y menos de nosotros y de las diferentes situaciones; pues al final el trabajo EN EL SEÑOR no es en vano.

  • Para Pablo los hermanos de la iglesia de Corintios eran amados, pues este tiempo también nos ha ayudado a ver lo que el amor de Dios es para su iglesia.
  • Firmeza, constancia, crecimiento continuo y constante; serán parte de los rasgos distintivos de los verdaderos hijos de Dios, pues este tiempo nos debe llevar a puntos de madurez y crecimiento en el Señor.
  • El apóstol Pablo habla específicamente del Trabajo en el Señor como aquel que no será visto como vano o pasajero; pues, deberíamos evaluar cuánto estamos dando en el Señor; porque este tiempo también ha mostrado lo frágil y fugaz que es la vida.

Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

1 Corintios 15:58

La vida es pasajera, efímera, como la flor del campo que se corta y echa al fuego, en un abrir y cerrar de ojos, por lo que debemos vivirla con nuestros ojos y sentidos afirmados en el Señor, sabiendo que nuestra ciudadanía está en los cielos y que somos extranjeros y peregrinos en una tierra donde impera el egoísmo y orgullo vanidoso, que no percibe ni reconoce a Dios como Señor, Salvador, Santo, Justo, Poderoso. Detrás de la pandemia está también el Dios que no desea el mal, pero lo permite, en aras de reflejar una esperanza, que la reciben aquellos que en humillación le buscan y reconocen con ojos espirituales, por encima del mundo natural.

Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece. Porque: toda carne es como la hierba, y toda su gloria como la flor de la hierba. Sécase la hierba, cese la flor, mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que os fue predicada

1 Pedro 1:23-25 VLBLA

Por Pr. Róbinson Moreno

Otros artículos de interés…

Devocional: «El Mesías prometido»

Dios prometió vida y salvación a través de Jesucristo a un pueblo que vivía en medio del engaño y la falsedad, que vivía en oscuridad y muerte espiritual.