Leer Santiago 2:1-13
Uno de los acontecimientos que ha causado impacto en los últimos días aparte del COVID-19, es la muerte de un afroamericano en E.E.U.U, en manos de agentes policiales blancos, dando origen a manifestaciones masivas y violentas principalmente es ese país; extendiéndose también a otras naciones, protestas que tienen su justificación en una supuesta “defensa de los derechos humanos de las personas de color”, quienes se sienten discriminados sólo por ser «negros», los cuales exigen el mismo trato y respeto que tienen las personas de piel blanca.
Este asunto ha causado indignación y polémica en muchos países del mundo donde incluso artistas, cantantes, deportistas y personas reconocidas se han pronunciado, proclamando que necesitamos vivir en un mundo «sin discriminación ó acepción de personas».
¿QUÉ SIGNIFICA LA FRASE «ACEPCIÓN DE PERSONAS»?
Según la Real Academia Española, la frase acepción de personas significa: “Acción de favorecer o inclinarse a unas personas más que a otras por algún motivo o afecto particular, sin atender al mérito o a la razón”. Mucho antes de que la RAE lo considerara, en la Biblia, este es un concepto bastante común desde los días del Antiguo Testamento.
ENSEÑANZA DE SANTIAGO SOBRE LA ACEPCIÓN DE PERSONAS
En el pasaje que estudiaremos (Santiago 2:1-13) se evidencia la realidad de nuestros corazones porque debido a su pecaminosidad, tendemos a preferir a una persona por sus condiciones externas y personales en detrimento de otra que nos resulta menos favorecida en esas mismas características.
Santiago, luego de exponer el comando directo del pasaje: “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas”(Santiago 2:1), explica con un ejemplo (vss.2-3) esta realidad (tratar mejor al rico que al pobre). La cual evidencia el contexto histórico y cultural de los destinatarios de esta epístola.
A eso le siguen las cuatro preguntas retóricas en los vss. 4-7:
- ¿Acaso no hacen discriminación entre ustedes, juzgando con malas intenciones?
- ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?
- ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales?
- ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?
Éstas nos hacen reflexionar en la aplicabilidad que observamos en los ejemplos mencionados en los versículos anteriores. Luego, el pasaje continúa explicando que debemos tratar a todos por igual debido a que todos son nuestros prójimos según la ley suprema de Jesús en (Mateo 22:36-40), la cual también Pablo recuerda en Romanos 13:6-10.
La ley suprema se refiere a los dos grandes mandamientos con los cuales Jesús resume los diez mandamientos de la Ley Judía (Torah) entregados por Dios a Moisés en Éxodo 20. También es explicado en este pasaje de Santiago 2, que Dios considera transgresor de toda la ley a quien ha incumplido al menos uno de sus preceptos (vss.8-11).
Es evidente también en esta lectura que Dios considera la acepción de personas como un pecado con la misma gravedad y consecuencia que un asesinato o un adulterio (v.9-11). Finalmente se exhorta a los creyentes a comunicar estas verdades y a vivir por ellas (así hablad y haced, v. 12) teniendo misericordia de todas las personas bajo nuestra área de influencia porque ya Dios ha tenido misericordia de nosotros (v.13) y por eso seremos juzgados con misericordia por la Ley de la Libertad, que no es otra que el Evangelio.
LA ACEPCIÓN DE PERSONAS EN NUESTROS DÍAS
El pasaje de Santiago que acabamos de citar deja en evidencia nuestra actitud de acepción de personas en el día de hoy, pero en las más diversas muestras de discriminación contemporánea, a saber: raza, género, estatus social, fama, poder, belleza física, riqueza, profesionalización, potencial, entre otros. Parece muy evidente y hasta común que cada uno de nosotros, con frecuencia, escojamos o prefiramos a una persona entre otras por los beneficios personales que nos traerá.
Así como puede darnos tristeza la noticia que mencioné al principio de este artículo, donde la discriminación o acepción de persona lleva al extremo de quitarle la vida a alguien; nos debería dar más tristeza el hecho de que nosotros como creyentes, muchas veces hacemos lo mismo; con la salvedad de que quizás no llegamos al extremo de matar físicamente a una persona (aunque podamos hacerlo con su reputación y hasta su fe).
Aún dentro del ámbito de la iglesia, llegamos al punto de ver a algunas personas con marcados prejuicios por el sólo hecho de no pensar de la misma manera que nosotros; además de tener favoritismos hacia los hermanos de los cuales nos podemos beneficiar manteniéndonos cerca de ellos, menospreciando aquellos que nunca llegarán a cumplir nuestras expectativas ya sea por falta de recursos económicos u otras características que sean de nuestro interés.
Esto ocurría en la Iglesia a la cual Santiago escribió, y sigue sucediendo en la actualidad; es por eso que Dios viene tratando este tema desde el Antiguo Testamento donde se menciona al menos unas diez veces y luego en el Nuevo Testamento nueve veces; lo que nos indica que desde la caída del hombre en el huerto del Edén, la acepción de personas ha sido un pecado común en la vida del ser humano, por esto la necesidad de la intervención de Cristo para limpiarnos y la referencia de su vida como el mejor ejemplo, para no caer en dicha práctica que desagrada a Dios.
CRISTO COMO NUESTRO MODELO A SEGUIR
Jesucristo mismo es nuestro mejor modelo a seguir, Él nos reveló la gloria de Dios (Jn 1:14; Col 2:9; He 1:3), Él mismo siendo la gloria de Dios encarnada no tuvo jamás acepción de personas sino que enseñó lo contrario. (Hechos 10:34) Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas. (Romanos 2:11) Porque no hay acepción de personas para con Dios.
Y no estimando ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo (Fil 2:6-8). Si nuestro Señor Jesucristo hubiese hecho acepción de personas como nosotros lo hacemos jamás habría venido a la tierra a morir por pecadores como nosotros, porque ninguna relación hay entre el pecado y su suprema santidad.
Conclusión
Queridos hermanos, lo que Santiago argumenta en este pasaje es que en el ejercicio de nuestra fe, a través de la obediencia a nuestro Señor Jesucristo, debemos mostrar el amor de Dios a todas las personas; ya que son nuestro prójimo, sin evidenciar un favoritismo basado en lo que nosotros pensamos que ellos son o hacen, que es lo que nuestro Dios ha llamado acepción de personas. Enseñando y viviendo estas verdades, imitaremos y glorificaremos a Cristo, nuestro amoroso, glorioso, poderoso, bondadoso, suficiente y soberano Salvador.
PALABRAS FINALES
Estimados hermanos, nunca olviden que la vida cristiana es más que sólo profesar de labios el cristianismo, éste debe verse reflejado en cada pensamiento y acción de quienes lo profesan. El verdadero creyente no permitirá que su corazón se incline a juicios parciales y al favoritismo que hace distinción tan cruelmente entre los hermanos. Debemos amar a cada hermano por igual sea rico o pobre, goce de abundancia o esté necesitado, tenga muchas cualidades o pocas, nuestro deber es marcar la diferencia entre los del mundo y ser cada vez más semejantes a Cristo, Él se entregó con misericordia para salvar a pecadores como nosotros sin discriminarlos de ninguna manera.
Por Denys Payen