Escrito por Jorge Boscan

10 de octubre de 2020

Leer Jonás 4:1-5

La lectura del libro de Jonás es causante de diversas emociones, mientras compartía un estudio de Jonás, uno de los oyentes del mensaje le causaba gracia el hecho de que el profeta estaba durmiendo en la barca mientras ocurría la tempestad y el capitán le decía “¿qué tienes, dormilón?” Jonas 1:6, Desde ahí, esta persona recuerda a Jonás como el profeta dormilón; para otros, es objeto de juicios por sus episodios de rebeldía y enojo que este profeta experimentaba, sin embargo, lo cierto es que este profeta tiene mucho más en común con nosotros de lo que podemos imaginar. En este estudio, responderemos a la pregunta, ¿haremos bien en enojarnos tanto?

El enojo de Jonás

La razón por la que Jonás se había enojado tanto, era porque en su corazón, quería que el pueblo de Nínive fuera destruido, desde su perspectiva, creía que era lo correcto y era lo que merecía Nínive, sin embargo, al ver que el Señor tuvo misericordia de este pueblo, ocurrió justo lo contrario a sus deseos. Nosotros no somos muy diferentes a Jonás, en nuestra carne, estamos llenos de odio e ira, preferimos causar muerte antes que vida, pagamos mal por mal y en general, estamos llenos de maldad.

En otras palabras, el enojo de Jonás se originó porque Dios no hizo lo que él quería, y la verdad es que en muchas ocasiones, esta es la razón de nuestro enojo, nos enojamos tanto porque las cosas no ocurren como creemos que deben ocurrir, consideramos que las cosas son como pensamos y no damos cabida a la Palabra de Dios ni evaluamos con objetividad las diferentes situaciones que se nos presentan. También suele pasar que cuando oramos, creemos que Dios debe cumplir todos nuestros deseos como si fuese “el genio de la lámpara” que está para cumplir todo lo que pedimos. Sin embargo, amados hermanos, el Señor nos invita a entender que Él no está limitado como nosotros, sus pensamientos son mayores que los nuestros (Isaías 58:8), sabe qué nos conviene y el Espíritu Santo nos ayuda a pedir como deberíamos, según Su voluntad (Romanos 8:26-27)

Las consecuencias del enojo en Jonás

El enojo de Jonás lo llevó a un estado de ira, frustración y angustia excesiva, a tal punto que prefería la muerte antes que el perdón del pueblo de Nínive. Es interesante notar que el enojo de Jonás lo cegó a tal punto, que le impedía apreciar y maravillarse de la misericordia de Dios, porque aunque sabía que Dios está lleno de misericordia, no lo concebía para otro pueblo que no fuera Israel y mucho menos para enemigos suyos. Pero lo cierto es que todos nosotros fuimos enemigos de Dios, si no fuera por su misericordia, todos estuviéramos perdidos y sin rumbo. El problema del ser humano, cuando cree en el Señor, es que olvida lo que alguna vez fue y cree que su nueva condición como hijo de Dios, es única y exclusiva para ellos, esto pasaba con Jonás y puede ocurrirnos a nosotros hoy en día.

La cura de la ira

El Señor le hace la siguiente pregunta a Jonás en el verso 4:

Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?

Y aunque la respuesta obvia es no, la biblia nos da algunas razones.

1.- No hay justicia en nuestra ira.

“porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.”

Santiago 1:20

2.- Cuando nos airamos, estamos más débiles espiritualmente y propensos a caer en las manos del enemigo

“airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis oportunidad al diablo.”

Efesios 4:26-27

3.- En nuestra ira y enojo, sólo podemos actuar de mala manera

“Deja la ira y abandona el furor; no te irrites, sólo harías lo malo.”

Salmos 37:8

Lo primero que debemos hacer para evitar caer en la ira desenfrenada y basada en nuestras equivocadas razones, es recordar la Palabra de Dios, en ella están las instrucciones que debemos seguir. En segundo lugar, recordar que no somos Dios, podemos equivocarnos en pensar que las cosas son según lo concebimos y aunque tengamos razón, el dominio propio y la templanza deben estar presentes como hijos de Dios. Y en tercer lugar confiar, en la santa y buena voluntad del Señor, no hay nada que se escape de sus manos, a pesar de las situaciones que nos puedan aquejar, el Señor siempre cumplirá sus propósitos y siempre serán mejor que los nuestros.

El Señor les Bendiga amados hermanos.

Para reflexionar, quisiera que podamos responder las siguientes preguntas:

¿Consideras qué tienes problemas con la ira y el enojo?

¿Qué acciones podemos tomar al momento de molestamos en exceso?

¿Qué consecuencias pudiera traer la ira para el creyente?

¿Cómo nos ayuda la Palabra de Dios en esos momentos de enejo?


Por Jesus Rivera

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