Escrito por Jorge Boscan

5 de septiembre de 2020

Leer Jonás 3:1-5

Aquí vemos el segundo llamado que Dios le hace al profeta Jonás, una vez que el gran pez lo dejó en tierra firme. “Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás”, (Jonás 3:1) RV60. ¿Podríamos no regocijarnos en estas palabras? ¡Cuán maravilloso es saber que nuestro Dios es el Dios de las segundas oportunidades! El primer llamado a Jonás, lo hace Dios en el comienzo del libro, pero él no hizo caso y decidió seguir su propia voluntad y tuvo consecuencias que casi le cuesta la vida. (Jonás 1-2)

Cuántas veces el Señor nos ha llamado para que vayamos a anunciar su mensaje a los vecinos, a los amigos, a los familiares, e ignoramos lo que nos pide, y sufrimos el síndrome de Jonás. Esto es la desobediencia. La gente necesita escuchar ahora la voz de Dios. La Escritura dice: ¡Qué hermoso son los pies de los mensajeros que traen buenas noticias! (Ro. 10:15) NTV

En lugar de responder a la voz del Señor, frecuentemente, los hombres y mujeres dicen: “yo no me siento llamado.” Nos sentimos muy bien en nuestras casas. No queremos dejar el confort, los privilegios, y desperdiciamos el tiempo que el Señor les brinda para proclamar el mensaje del evangelio (Jonás 3:2b). Y, en lugar de ello, nos invade el deseo de hacer más dinero y deleitarnos en los placeres del mundo. Permíteme preguntar: ¿“sintieron el llamado” para hacer estas cosas?

Cuando las personas dicen que no se sienten llamadas a predicar el evangelio, en la mayoría de los casos, el problema es que ellos no estaban dentro de la distancia para ser llamados o que se negaron a escuchar. Por 2020 años Dios ha estado llamando a todos los cristianos para evangelizar el mundo (Mat. 28:19) ¿Acaso necesitas escuchar la voz de Dios cuando tenemos Su Palabra escrita?

¿Cómo puede Dios usar a un hombre como Jonás a pesar de su rebeldía? ¿Cómo sabemos que vamos en la dirección correcta? (Jonás 3:3) Se cuenta la historia de Hudson Taylor, quien estaba predicando en Glasgow, Scotland, al concluir el sermón vino un hombre, renqueando sobre una pierna de madera y una muleta, y le dijo: “Dios me ha llamado para ir a China”, y el Sr. Taylor le respondió: ¡Pero, no puedes ir a China en esa condición! No obstante, el hombre insistía que Dios lo había llamado a ser misionero en China. Y, citó a Isaías: “los cojos se llevarán los despojos” (Isaías 33:23). Taylor, quien era muy conocido por su sentido del humor, sonrió y dijo: “Bien, buen hombre, tú eres cojo y hay suficiente presa, para que vayas a China.”

Cuando este hombre llamado John Scott, finalmente logró entrar a China, empezó a trabajar de puerta en puerta, hablando a la gente acerca de Jesucristo. En algunos de los lugares a los que fue, la gente le cerraba la puerta en la cara, pero pronto se dio cuenta que podía meter su pierna de madera, antes de que tuvieran oportunidad de cerrar la puerta, y entonces tenían que escuchar. Dios bendijo a John Scott en China. Nadie puede calcular el número de almas que llegaron a conocer al Señor Jesucristo como su Señor y Salvador. Gracias al testimonio fiel de este humilde siervo. Saber y conocer en la dirección en que Dios nos ha llamado será un privilegio en servir a la causa del Señor. Dios usará a cualquier hombre y mujer que desee ser usado.

Sabiendo que Dios nos da una segunda oportunidad y que somos llamados a proclamar el evangelio; el resultado, sin duda, será un avivamiento para aquellos que escuchan. Y comenzó Jonás a entrar por la cuidad, camino de un día y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y los hombres de Nínive creyeron a Dios (Jonás 3:4). Los habitantes de Nínive escucharon las palabras de Jonás y tuvieron miedo de ser destruidos. Él, predicó la palabra de Dios que golpeó con violencia sus corazones, y les trajo convicción y arrepentimiento (Jeremías 23:29 y Hebreos 4:12). Como dice el apóstol Pablo, la fe es por el oír, el oír, por la Palabra de Dios (Ro. 10:17).

Nadie en el mundo, hombre o mujer muere sin una advertencia. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9).Él advirtió a Adán antes de que comiera el fruto. Noé fue enviado para advertir del diluvio. Lot dio advertencia antes que el fuego cayera sobre los sodomitas. José reveló los siete años de hambre a Faraón. Moisés y Aarón advirtieron de la muerte en la noche de Pascua. Elías advirtió a Acab; la Escritura en la pared advirtió a Belsasar; Esteban advirtió a Israel; y Juan el revelador ha advertido a todo el mundo. Todos estos hombres fueron advertidos. Y tú, ¿A quién estás advirtiendo de la justa ira de Dios?

Finalmente, los resultados de este avivamiento alcanzo a todos “Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos” (Jonás 3:5 RV60). Una señal de dolor por el pecado y genuino arrepentimiento invadió a todos. Esta actitud es la que debemos tener todos cristianos cuando pecamos. El pecado nos aparta de la comunión con Dios. Ahora, “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:8-9).

Ps. Jesús Idrogo

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