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La Oración del Señor

Juan 17:1-5

No es la primera vez que encontramos a Jesús orando. Pues, en otra ocasión Jesús enseña a sus discípulos como hacerlo. En Mateo 6:9-13 y Lucas 11:2-4, se ha conocido como la oración del Señor o como “El Padre Nuestro”, esa oración en realidad es un ejemplo ensañado por Jesús a los discípulos como una guía a seguir en sus propias oraciones. La oración que se encuentra en Juan 17 es la verdadera oración del Señor, porque muestra la comunión cara a cara que el Hijo tenía con el Padre. El Señor hace la oración imperativa y necesaria para estar en intima comunión con el Padre. Él hace de la oración un estilo de vida, y en muchas ocasiones Jesús se apartaba a orar en privado (Mt. 14:23; Mr. 1:25; Lc. 6:12).

En el capítulo 17, es el final de Su ministerio terrenal y el comienzo de Su ministerio intercesión por los creyentes (He. 7:25). De manera que, podemos bosquejar este texto en tres partes: 1) Jesús ora por Él mismo (17:1-5), 2) Jesús ora por sus discípulos (17:6-19), y Jesús ora por la iglesia (17:20-26).

En la primera parte de la oración el Señor ora por Él. Es una Oración de Sumisión y reverencia al Padre (Juan 17:1ª). El Señor alzando los ojos al cielo clamaba como el salmista, “A Ti alce mis ojos, a Ti que habitas en los cielos” (Sal 123; 1), manifestando una actitud de corazón tierno y obediente al Padre.

La segunda parte es una Oración de exaltación al Padre (Juan 17:1b), “Glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a Ti”, ¿Qué quiere decir Jesús cuando pide ser glorificado? El Señor Jesús cumplió el plan divino de redención diseñado antes la creación del mundo. El hombre separado de Dios, y muerto espiritualmente no podría salvarse el mismo. De modo que la muerte del Hijo en la cruz cumpliría la promesa del Padre, para salvar al hombre de una condenación eterna. Por eso al buscar su gloria buscaba la gloria del Padre.

Y en tercer lugar es una Oración de gloria al Padre en la tierra (Juan 17:4-5). La fidelidad del Hijo mientras estuvo en la tierra, y tras completar su obra pidió ser reinstalado en la gloria que había compartido con su Padre. Su poder para curar a los enfermos, alimentar a los hambrientos, perdonar pecados, echar fuera a los demonios, devolver la vista a los ciegos, calmar la sed y resucitar a los muertos era para que en todo momento los hombres glorifiquen al Padre. La oración del Señor Jesús finaliza pidiendo que Él sea glorificado al lado del Padre, con aquella gloria que tuvo antes que el mundo fuera creado (Fil. 2:5-9).

Por Pr. Jesús Idrogo