Leer 1 Timoteo 3:1-7
En el Nuevo Testamento, la Biblia nos enseña claramente que Dios es quién da pastores a su iglesia, capacita y envía. Por ejemplo, en Mateo 9:37-38, Dios es quién envía a los obreros, en el libro de los Hechos 20:28, es el Espíritu Santo quien coloca a los pastores, en la Iglesia que el Señor compró a precio de su propia sangre; y Efesios 4:11, es nuestro Señor Jesucristo, quien constituye pastores. Sin embargo, en 1 Timoteo 3:1-7, el apóstol Pablo provee una serie de cualidades para describir los rasgos de carácter necesarios para alguien que desea y anhela el oficio pastoral en la Iglesia local. Por tal razón, de manera directa y como dice el dicho «yendo al grano», Pablo describe en primer lugar, que debe ser un hombre con la más alta moralidad en su comportamiento sexual, incluyendo una relación sana con su esposa. Segundo, debe mostrar hospitalidad, ser prudente, sobrio, acto para enseñar, debe tener una conducta libre de soberbia, no dado al vino, no codicioso de ganancias deshonestas, de buen testimonio para con los que no conocen al Señor. Tercero, también debe ser alguien que ha mostrado sus capacidades de liderazgo en su propia familia. En otras palabras, es alguien que se muestra como un modelo a seguir a sus propios hijos espiritualmente y en otras áreas.
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