Leer Joel 3:1-8
En algún momento tuve la oportunidad de visitar Costa Rica, donde entre otras cosas pude recorrer calles y sitios históricos de la ciudad de San José, capital de ese hermoso País. El muy emblemático tribunal de Justicia del país está ubicado en el centro de la ciudad, siendo una estructura llamativa y de mucho colorido, de manera que se hace muy tentador ingresar al recinto, cosa que pude hacer con las recomendaciones y cuidados correspondientes. Estando dentro, asistí a un juicio público que estaban realizando. La persona enjuiciada tenia rasgos de simpatía y su cara reflejaba según mi percepción inocencia a primera vista; sin embargo, al final el juez dictó sentencia y declaró culpable al acusado, el cual estaba escondido en el país y era nada más y nada menos que un miembro de la guerrilla Sandinista de Nicaragua, ampliamente buscado y con muchas causas en su contra. Fue impresionante escuchar en aquella sala, el sonido del martillo en manos del Juez declarando culpable al que para mí era inocente; siendo entonces una lección que desde ese día reposa y descansa en mi mente: El juez tiene la palabra final en medio de un Juicio.
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