Leer: 2 Corintios 4:8-9
Una de las mayores maravillas de la industria petrolera, son las estaciones de bombeo de flujo; éstas sirven como relevo e impulso para el fluido que es trasladado por medio de tuberías. En muchos casos la velocidad del flujo es casi nula debido a los trayectos recorridos y a la viscosidad del fluido, por lo que una estación de bombeo viene a dar la velocidad y fuerza necesaria para transportar de manera eficiente la sustancia al tanque de recepción final. En días convulsionados como los que vivimos, necesitamos estaciones de flujo que nos permitan descansar, avanzar y establecer contacto con el Dueño de las “máquinas de bombeo”, el Dios que impulsa y bombea a aquellos fieles a su destino seguro.
Sigue leyendo